jueves

Nueve dramaturgos en busca de los secretos de la escritura teatral

Un ciclo de clases magistrales en el Malba. Los autores abordan el proceso de elaboración de textos en el marco del Proyecto Sur. Iniciaron el ciclo Eduardo Pavlovsky y Ricardo Monti y pasarán Mauricio Kartun y Philipp Löhle. ¿Los organizadores? Joachin Gersteier y Alejandro Tantanián.

A quien escribe piezas teatrales se lo llama “dramaturgo”, definición concisa pero que esconde innumerables problemas. ¿Desde dónde se escribe teatro? ¿Desde el escenario, con los actores, en la soledad del escritorio? ¿Qué estatuto tienen las palabras del drama?, ¿son dignas de registrarse, deben editarse en libros o su destino es perderse en cada representación? ¿Qué tiene de particular la escritura dramática? Dentro del ambicioso proyecto Escena Sur, tiene lugar en el Malba un ciclo de nueve clases magistrales dictadas por importantes dramaturgos argentinos y extranjeros. La propuesta es abordar las peculiaridades del texto teatral desde su perspectiva creadora. Sin duda, uno de los aportes más interesantes del ciclo es la diversidad de estéticas y puntos de partida para acercarse a la escritura teatral. Abrieron el ciclo Eduardo Pavlovsky y Ricardo Monti, dos de los grandes maestros del género dramático argentino.

Pavlovsky fue agasajado recientemente por cumplirse cincuenta años del estreno de su primera obra, La espera trágica. En su conferencia, fue alternando la lectura rigurosa de sus reflexiones teóricas y la explicación improvisada a partir de ejemplos y anécdotas. “¿Cómo es ponerse en la cabeza de un personaje ‘represor’?”, se preguntaba. Su concepción del teatro político quedó circunscripta a la lectura de los años del terror. Uno de los momentos más interesantes fue cuando ejemplificó cómo construir un espacio escénico y brindó al público una muestra de su talento actoral. Luego concluyó diciendo: “no soy un teórico del teatro; como actor, conceptualizo mis prácticas”.


Otro fue el estilo de Ricardo Monti. Subió al escenario y ante nuestros ojos expectantes se convirtió en el niño enamorado de las palabras que supo ser. El autor de Visita contó qué difícil le resultaba escribir un texto dramático. Sólo conseguía hacer diálogos y él intuía que el teatro era otra cosa. Un día descubrió la solución y pudo transformar la novela que estaba escribiendo. Así surgió su primera obra Una noche con el Sr. Magnus e hijos. Monti entiende al teatro como la delimitación de un lugar donde todo tiene sentido. “Es la vida, pero más iluminada”, concluyó.
Con el correr de las clases, se va armando un mapa complejo y diverso de las mil maneras de llegar a un texto teatral. Por ejemplo, Guillermo Calderón sorprendió al afirmar que parte siempre de una idea política. Por su parte, Romina Paula y Ariel Farace incluyeron otro concepto: la improvisación con los actores. Rafael Spregelburd abrió su conferencia con un inquietante video musical peruano y centró su clase en la importancia de trabajar con el azar en el proceso creativo. Luego propuso un ejercicio de escritura para ejemplificar sus palabras. Aportó lúcidas reflexiones en torno a las características y complejidades de la estructura dramática.
Las clases magistrales continúan hasta el 13 de agosto y contarán con la presencia de Mauricio Kartun, Philipp Löhle y Emilio García Wehbi.

La intimidad del proceso creativo. Entrevista con Guillermo Calderón.

La primera semana de conferencias se completó con la presencia de Guillermo Calderón. El dramaturgo y director chileno que fuera figura del pasado Festival de Teatro con sus obras Neva y Diciembre, habló de “La dictadura del aburrimiento”. Antes de su charla, concedió a Tiempo Argentino una entrevista:

–¿Cómo deberían interesarse los jóvenes hoy en la dictadura?
–Las generaciones más jóvenes están aburridas de la idea de dictadura. Es un desafío para toda la gente que hace teatro el abordar ese tema sin aburrir. No hacer de la dictadura algo entretenido sino interesante. Mi próxima obra trata justamente de ese tema. Por eso elegí ese título.
–¿De qué modo abordarlo?
–Lo primero que tiene que haber es una ultrainformación. Una investigación profunda de lo que pasó. En segundo lugar tiene que haber una crítica verdadera a quien le valió la impunidad para la violación de los Derechos Humanos. En tercer lugar, hay que hacerse cargo de la inmensa fractura de lo que ha ocurrido en el país. La ideología dominante actual es que no podemos seguir eternamente pegados en el pasado. Tenemos que ser capaces de mirar hacia el futuro. Esa es para mí la ideología de la impunidad. Si uno pretende entender el Chile de hoy sin esa historia, simplemente no se entiende y no vale la pena.
–¿Cómo es el teatro chileno hoy?
–Un teatro cada vez más diverso, de gente joven. Hay una generación muy interesada en la marginalidad como principal metáfora política.
La vida del pobre, la violencia, y eso es lo que retrata mejor una especie de quiebre en el sistema. En Chile hay dos grandes metáforas: la violencia y la marginalidad, para hacerse cargo de que aquí hay un trauma no explícito en el país. Eso es lo que yo veo principalmente.
–¿Cómo llega a una situación dramática a partir de una idea?
–Básicamente parto de una idea política. Desde ahí, sale la necesidad de explicarla, de discutirla. Entonces, ¿qué personajes pueden crear una situación dramática?
–¿Cómo continúa el procreso creativo?
–Luego construyo la situación dramática simple, por lo general una situación doméstica. Una sala de clases, una familia en una cena de navidad o un grupo de actores ensayando una obra de teatro. Comienzo a explorar la idea de que ellos discutan. ¿Cómo pueden discutir y finalmente expresar su idea? Todo apunta hacia un clímax de ideas y no a un clímax de emoción.
–¿Cómo es su trabajo como director en relación con la escritura?
–El director en mí es el editor de la obra.
–¿Qué significa eso exactamente?
–Cuando la obra se escribe, el director no tiene compasión con el dramaturgo. Lo corta, lo parte. Es un director bastante severo, capaz de decir claramente lo que sirve y lo que no.
–¿Trabaja siempre con un mismo elenco?
–Por lo general trabajo con amigos. No soy bueno para trabajar con gente que no conozco.
Me gusta escribir para actores específicos y entonces soy capaz de ver cómo me gustaría que él o ella actuaran. Les escribo cosas especiales para ellos.
–Es decir que prefiere establecer relaciones muy cercanas con los actores.
–Sí, es una relación bastante íntima. Típica del teatro, también.


publicada en Tiempo Argentino el 5/8/2010
fotos de Ernesto Donegana