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Hace unos meses me preguntaron en una entrevista qué suponía se podía esperar de la gestión cultural (y específicamente teatral) del próximo gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Yo respondí esto.
Todavía no asumió el nuevo jefe de gobierno y siento que me equivoqué, casi que pequé de optimista. No tuve en cuenta la torpeza política que Macri y su equipo demostraron y menos aun consideré que fuera posible tamaño grado de estrechez mental como para considerar a la inversión en cultura como un gasto. Esa forma de evaluar en términos comerciales neoliberales los resultados de una gestión cultural (al punto de manejarse con caprichos como el de cerrar un canal de televisión porque no les gusta) me resulta criminal. Creo que a las gestiones pasadas les faltó hacer un montón de cosas pero no por eso hay que destruir lo que sí venían desarrollando y bien que lo hacían. Parece que esta gente no sabe que aquello que se suele englobar en el amplísimo término de "cultura" genera lazos, comunidad y un sentimiento de pertenencia que se identifica como ciudadanía. ¿Cómo se les ocurre, entonces, que "va a estar bueno Buenos Aires"?

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